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«Cueva de las Manos, río Pinturas», en Santa Cruz (Patagonia / Argentina), 9300 adP.

Esta semana la banda local entristeció vertiginosamente, bajó y bajó anímicamente como nunca lo había visto en estos 7 años de estadía. ¿Será el precio del morrón, la persecución a Cristina, a Grabois, a la infancia villera?¿Serán los antiderechos gobernando, la patria empresarial, las ganancias netas de la Sociedad Rural, el dólar que lo parió?! Esta semana, como lo venía avisando la llegada de agosto, la banda nacional se deprimió. Las argentinidades migrantes, anarcxs sin bandera con los bolsillos más vacíos que nunca, peronistas de barrio, gobiernistas y troskistas de credo. A todxs les llegó la crisis anímica; cada cual contó su tragedia personal. Como si de repente una maldición cubriera con un manto negro el arco iris humano que suele brillar con más a menos furor en estas tierras. El barro se comió la refulgencia plateada del río y el tiempo se tornó largo y agobiante. «No hay tiempo, no hay hora, no hay reloj». Pulularon las enfermedades, los accidentes, las riñas. Esta semana la generación que creció a manos llenas se descubrió pobre. Y quienes salieron de la pobreza dosmilunera se asustaron al reconocerla devuelta. El ejército hizo su entrada triunfal haciendo temblar a lxs viejxs que nos heredaron el Nunca Más. La bota pisó fuerte a dos aborteras en Rio Negro, quemando sus libros, allanando su casa. El feminismo es la subversión actual. Nadie quiere revivir la noche de los lápices, pero la noche está y los lápices siguen escribiendo, cada vez más a oscuras porque la tarifa de la luz se torna impagable. Fue una pésima semana para ustedes. Lxs migrantes que llegamos acá, nivelando siempre por lo bajo los ánimos, desde Colombia, Chile o México, curadxs de espanto, notamos el descenso. Estando abajo como lo solemos estar, más menos solitarixs, nos cubrimos la frente y vimos caer una a una las lágrimas que bajaban del cielo celeste. ¿Qué hacer? Creo que convergemos lxs desterradxs en un conCejo común: mientras exista la vida habrá esperanza. En cada flor habrá un instante. Si el enemigo imprime en cada subjetividad individualizada el no futuro, el abrazo colectivo se hace arma de amor. Ahora más que nunca hay que cultivar los buenos afectos, renunciar a lo que dañe y encender la fe en los ojos de nuestrxs hermanxs. Latinoamerica merece cosas mejores, y ocurrirán.
Argentinxs:
No se den por vencidxs
Ni aún vencidxs!