La polémica del turbante y la apropiación cultural habla muy bien de la segmentación social impulsada por las peores líneas del identitarismo. El turbante es europeo (presente en la península balcánica, en los pueblos eslavos, etc). También es africano, Indio y arábigo. Pero, por algún motivo, resulta que no es latinoamericano.Un británico de apellido Toynbee se inventó que había «pueblos sin historia». Otro señor de apellido Hegel escribía que Latinoamérica estaba condenada a una infancia civilizatoria. El identitarismo colonialista habló de una raza blanca que venía de los barcos. El identitarismo posmoderno habla de una raza negra que viene de los barcos. Los identitarismos, en supuestas veredas opuestas, coinciden en que no hay una humanidad latinoamericana sea negra o blanca. El resto, las humanidades entreveradas, seríamos algo así como un producto amorfo a expensas de los ires y venires de la historia mundial. Para ambas posturas el turbante, el tambor, el acordeón o las trenzas, constituyen un patrimonio excluyente. Más sin embargo en Colombia, durante cientos de años las economías pesqueras del Chocó (el departamento «más negro» del país) generaron intercambios con las economías agroproductivas. Entre el Chocó, el Valle y el Urabá Antioqueño, la solidaridad entre pueblos ha dejado una huella continua de intercambios también concernientes a las artesanías. Las artes populares que circulan de región en región, entrañan un diálogo entre los más desafortunos; lxs despreciadxs, lxs desplazados. El identitarismo segmentando se olvida de los vínculos humanos que sostienen y reproducen la vida por medio de canales en los que por casi quinientos años han conectado enormes resistencias. Se pretende silenciar las trascendentales formas colectivas de construir la historia de los pueblos cuya historia se niega a ser silenciada, monopolizada o intervenida por mezquinas vanguardias. Aquellas que caprichosamente prefieren eliminar de un plumazo los registros de la resistencia intercomunitaria de Latinoamérica, ¡en estos quinientos años de resistencia anticolonial! presentando un entorno confrontativo a quienes en el pasado y en el presente se amuchan para coordinar dignidades. Si pudiéramos reconocer nuestra historia, nos encontraríamos con la solidaridad internacional de Pétion y Christophe. Dos figuras emblemáticas de la Revolución Haitiana que abrieron las puertas de su país a lxs perseguidxs por el desastre colonialista. En sus listas estuvieron Bolívar y Dorrego, pero también todos los esclavos y esclavas que quisieran exiliarse con el único compromiso de construir una nación libre, grande y soberana ¿Muy contradictorio? Bueno, esta es la historia existente. Si gusta o no, da igual. La historia no es una paleta de sabores. Por lo pronto nada parece indicar que África o Europa sean univocas identidades, mucho menos homogéneas en su historia y trascendencia.
IDENTITARISMOS DE AYER Y DE HOY
