La salsa colombiana supo cantarle a la geografía, a los valles, montañas, ríos y también a las ciudades. Un himno de nuestra salsa es CALI PACHANGUERO.

Ayer la comunidad colombiana se juntó en el centro de La Plata (ARG). Sonó esa canción. La multitud bailó y gritó el nombre de la ciudad más rebelde de nuestro país; el foco de la represión de las oligarquías armadas, narcotraficantes y paramilitares. Ingresamos a la plaza cantando a todo grito la estrofa «luz de un nuevo cielo». La gente que nos veía bailar mientras la compañera hablaba de desaparecidos, violadas ¿Qué habrán pensado detrás de esos ojos de sorpresa? Se equivocan si creen que nuestra alegría es indolente. Bailamos llorando. Al finalizar la canción no se escuchó el silencio de los pies, ahora quietos. A una voz de vivas se sumaron diez, quince y más ¡Cali, Cali, Cali! Gritaban costeñas, paisas y bogotanos.

Así es la resiliencia de un pueblo que muda de piel para no ahogarse con su propia sangre.